La calefacción de suelo radiante está siendo muy demandada entre los usuarios, al igual que ocurre con la refrigeración por esta vía. ¿Cuál es el secreto de este éxito? Básicamente, su avanzada tecnología y su respeto medioambiental. Analicemos con detenimiento este sistema.
¿Cómo funciona la calefacción de suelo radiante?
El punto de partida de la climatización por suelo radiante reside en la impulsión de agua a media temperatura. Es decir, a unos 40 grados en invierno y a unos 16 en verano. La circulación se produce en una red de tuberías plásticas, normalmente fabricadas a base de polietileno. Todo ello con independencia del sistema de generación de calor empleado, sea caldera, bomba de calor, energía del sol o geotermia.
El conjunto del circuito ha de estar recubierto por una capa de mortero de cemento, con un pavimento de materiales resistentes (piedra, linóleo…). Cuando el sistema funciona para calentar, la circulación se produce para ceder el calor al ambiente, a través de la capa de mortero y del pavimento. De similar manera funciona en el caso de refrigeración. Solo que, si en modo calefacción se absorbe el frío para devolver calor, con la refrigeración ocurre lo contrario.
Ventajas e inconvenientes del suelo radiante
Como pasa con todo, este sistema presenta ventajas e inconvenientes. Veamos cuáles son.
Ventajas
- Eficiencia. Este sistema funciona con un circuito de agua a baja temperatura (de 30 a 45 grados), mientras que muchos sistemas tradicionales necesitan unas temperaturas de impulsión muy superiores (entre 80 y 85º). Este avance conlleva un mayor ahorro, especialmente si se combina con eficiente tecnología de producción de calor. Como resultado, un equipo de suelo radiante consume de un 10 % a un 20 % menos que la mayoría de sistemas.
- Sostenibilidad. Normalmente, funciona con fuentes de energía renovables, como pueden ser la aerotermia o la geotermia con bomba de calor. De hecho, se trata de uno los equipos de calefacción más respetuosos con el medio ambiente.
- Calidad. No produce molestas corrientes de aire, no despide polvo, no genera sequedad y funciona con baja humedad. Por otro lado, el calor se reparte uniformemente a lo largo de la casa, sin acumularse en zonas puntuales.
Inconvenientes
- Coste. La instalación de este sistema suele conllevar una inversión económica de considerable cuantía. De todos modos, lo frecuente es recuperarla en un plazo razonable, casi siempre inferior a una década (en torno a ocho años con una instalación estándar).
- Tiempo. Los modelos más tradicionales tardaban bastante tiempo en calentar o enfriar toda la estancia. Esta característica supone una clara desventaja si se va a tener que apagar y encender la caldera a diario. No obstante, este sistema se ha optimizado para no consumir tanto tiempo.
- Condensación. No hay que olvidar que este sistema está pensado para zonas geográficas con una baja humedad del aire. Solo así se puede evitar la condensación cuando el sistema alcance temperaturas lo suficientemente bajas como para disipar cualquier carga térmica.
Para maximizar las ventajas y minimizar los inconvenientes, lo mejor es dejar la instalación y mantenimiento de este sistema en manos de nuestros profesionales.
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